...Con infinita rabia
y profundo dolor quiero compartir algunas palabras sobre lo que está pasando a
pocas cuadras de la escuela donde trabajo.
No puedo hacer análisis macro-estructurales ni quiero despotricar contra el
fascista infradotado, simplemente contar que allí están, bajo toldos
deshilachados y tapados por los mosquitos y el fango, las familias de tres
alumnas mías.
Melanie reaparece hoy en la escuela, después de una semana, y me cuenta que su
mamá y su papá, costureros de 20 horas por día, decidieron ir por un pedazo de
tierra porque ya no aguantan más pagar el alquiler de $800 por las dos míseras
piezas del hacinamiento donde viven con sus 5 hijas en la Villa Cildáñez.
Dice que el dueño les cobra además $10 por cada día que se atrasan en la renta.
"Y encima dice que es cristiano", sentencia.
Mónica me cuenta que su madre resistió todas las tinieblas de la noche desde el
viernes en la precaria carpa que se armó con sus manos de obrera. Ayer no
durmió bajo la lona: se la prestó a otra madre que aguantaba el viento con su
niña aferrada al pecho. Y hoy en la clase Mónica nos pregunta a todos, juro que
textual: "yo no entiendo porqué la policía en vez de estar defendiendo a
la gente se dedica a perseguir y matar a sus hermanos".
Aylén ya no tiene miedo. Está acostumbrada porque los domingos recibe el
amanecer en La Salada,
contando las monedas que le dejó el fin de semana. Siempre callada, hoy se
desviste las vergüenzas para explicarnos que no hay robo y sí necesidad.
Melisa cuenta que en esos terrenos del Parque hace años que hay olor a muerto.
Suele ella encontrar algunos huesos y más de una vez tuvo que escapar del
horror de los cadáveres. Varios dicen que sí: todos saben que allí descartan
los fiambres chorros y yutas. Ese baldío, cementerio del fin del mundo, es el
"espacio público" que los hipócritas dicen defender.
Kevin nos cuenta, casi entre lágrimas, que desde su terraza de la villa 20
quiso ver, pero no pudo: lo cegó el humo de la furia y la represión.
Los demás escuchan, preguntan, comprenden porque viven igual. En medio de la
intensa charla, Nicole se hace una pregunta sincera: "Yo no sé si esa es
la manera de conseguir una casa". Y Ariana impecable, vocera de muchos,
comparte: "Yo tampoco sé si es la manera, pero lo que es seguro es que no
lo hacen porque les gusta si no porque no les queda otra. ¿Qué harían ustedes
si no tienen lugar donde vivir con sus familias?". Y vuelvo a jurar que el
parlamento es casi textual.
Esto es algo de lo que pasó en el aula de quinto de la escuela 15 hoy por la mañana.
Y esto es también algo de lo que no pasó: ninguno le echó la culpa a los
bolivianos, ninguno se quejó porque sí paga sus impuestos, ninguno temió porque
le vayan a ocupar también el Parque Avellaneda, ninguno pensó que hay
"vecinos" por un lado y "usurpadores" por el otro, ninguno
pidió la policía para sentirse más tranquilo.
Eso es todo. Gracias por dejarme compartirlo.
Horacio -FORO PAULO FREIRE ARGENTINA